"Cada vez que escucho hablar de ese gato, empiezo a sacar mi pistola".
Esto dijo el propio Stephen Hawking acerca de la paradoja del gato de Schrödinger. Probablemente no sepáis de qué trata este experimento, o puede que sí… ¿Y las dos cosas a la vez? Estaréis pensando que eso es imposible, pero en seguida lo entenderéis.
De esta misma exótica paradoja habla Clara Grima en su post, utilizando a unos alegres personajillos que viene usando en todas las historias de este blog: Sal y Ven, dos niños con mucha curiosidad científica, Mati (como apócope de matemáticas), Fis (con el que se refiere al autor del post original) y Gauss, el perro (en sustitución al gato), para hacer amena y entretenida la lectura.
En el post, utiliza a Fis como herramienta para explicar la curiosa propuesta del físico austriaco, que consiste, en resumidas cuentas, en lo siguiente: se introducen un gato, un contador Geiger (aparato que sirve para medir radiactividad), un martillo, un frasco con ácido hidrociánico (gas venenoso) y un dispositivo con una pequeña cantidad de radio (que como sabemos es radiactivo), en una caja de acero sellada. Ahora mismo toda esta parafernalia parece no tener mucha relación, pero el proceso es más sencillo de lo que aparenta: en el dispositivo radiactivo, un átomo de radio tiene un 50% de posibilidades de decaer y degenerar (es decir, de desintegrarse en algo de tiempo) y otro 50% de no hacerlo. En caso de que decaiga, el contador Geiger detectará la radiación y por medio de un mecanismo, activará un martillo que romperá el frasco con veneno: por ende, el gato moriría.
Si se deja este sistema aislado durante una hora, al abrir la caja se sabrá si el gato está vivo o muerto (en el caso del post de Clara Grima, si Gauss está despierto o dormido).
Pero claro, este experimento no consiste tan solo en intentar matar a un gatito inocente (es más, Schrödinger solo lo expuso como experimento imaginario). Con él, intentaba explicar la interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica, que dictaminó que un electrón puede estar en dos estados cuánticos (digamos “estados físicos”) y dos lugares a la vez, al contrario de lo que ocurre en física clásica, en la que solo puede existir una posibilidad. Puso este ejemplo como aclaración de la superposición de estados cuánticos.
Aplicando esta teoría a la paradoja que tratamos, tenemos “un gato vivo y muerto a la vez”: en el tiempo en el que se produce el experimento, hay la posibilidad de que el proceso se cumpla o de que no ocurra nada. Ahí radica la paradoja. Mientras que en la descripción clásica y lógica del sistema el gato estará vivo o muerto antes de que abramos la caja y comprobemos su estado, en la mecánica cuántica se encuentra en una superposición de estados posibles hasta que lo veamos. Una vez lo hayamos visto, se dice que solo podemos ver uno de los resultados: una de las realidades, cuando en realidad han ocurrido ambas.
Es un experimento realmente interesante y singular, puesto que el propio Schrödinger lo calificó de “ridículo” y ha acabado dando lugar montones de debates y mucha especulación, y más que ayudar al entendimiento de esta teoría, ha hecho lo contrario, ya que nos solemos centrar más en lo extravagante de un gato vivo y muerto a la vez que en lo que implica. Ahora, supongo, comprenderéis mejor a Hawking.
Ana Rosa.
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